Sinopsis: Amanda Rosenbloom regenta una pequeña tienda vintage en Manhattan, cuyas prendas escoge con mucho criterio. Al acudir a comprar el vestuario de la anciana Jean Kelly, encuentra un viejo diario escondido en un antiguo baúl y, sin decir nada, se lo lleva y se sumerge en su lectura. El diario perteneció a Olive Westcott, una joven que llegó a Manhattan en 1907 que, tras la inesperada muerte de su padre, tuvo que aprender a valerse por sí misma. Gracias a su ingenio y determinación, Olive consiguió cumplir su sueño de llegar a ser encargada de compras en unos grandes almacenes.

En su diario, Amanda encontrará las fuerzas para poner en orden su vida, incluso cuando un cambio en su contrato de alquiler puede suponer el fin de su negocio.

Crítica: «El pasado no se marcha del todo, sino que persiste. Se puede hasta tocar y ver sus restos; y en la medida en que perviven los recuerdos, el pasado es presente (…) El pasado continuaba en nuestra ropa, nuestras fotos, nuestros adornos, nuestra música, nuestro cine, nuestra palabra escrita…»

A pesar de que la democratización de la moda gracias a los grupos empresariales textiles -como Inditex- posibilitó la adquisición de un amplio catálogo de  prendas y accesorios a precios accesibles emulando a las grandes firmas del sector, la nostalgia impera en la moda actual. Con frecuencia, observamos a las musas de las pasarelas luciendo en sus diseños piezas de estilo retro que le confieren un carácter distintivo y, en especial, con personalidad. La analogía del contenido de nuestros armarios ha provocado que  muchas optemos por rescatar de viejos baúles y trasteros las prendas que lucieron nuestras madres, nuestras abuelas, e incluso nuestras bisabuelas. La ropa vintage representa un pasado muy presente, una introspección para distanciarnos de los cánones de belleza y tendencias de la moda dictaminadas por la industria recuperando la esencia de aquellas décadas.

El éxito de series como «Sex and the City» o, más recientemente, «Mad Men»; la recomendación de prestigiosas estilistas como patricia Field o Rachel Zoe; o la personal adaptación de Dita von Teese –considerada la gran precursora del estilo vintage- Sarah Jessica Parker, Zooey Deschanel o Katy Perry han popularizado el uso de estas prendas como forma de distinción y, en consecuencia, la apertura de boutiques literarias especializadas, entre ellas la tienda de Amanda Rosenbloom.

«La tienda vintage de Astor Place» es una novela chick lit que narra las historias paralelas de dos mujeres procedentes de épocas diferentes y sus conflictos acerca del trabajo, el amor, la amistad, la familia y, en especial, la moda. Stephanie Lehmann selecciona la materia prima característica de este género para dibujar el patrón de una historia con la pretensión de convertirlo en un diseño que combine lo clásico y lo moderno en los pliegues de sus páginas.

A principios del siglo XX, la ciudad de Nueva York se convierte en el principal escenario del cambio de modelo económico a través de las grandes superficies comerciales. En aquellos edificios -muy diferentes a las impersonales construcciones art decó que engloban un amplio catálogo de franquicias- los serviciales empleados, principalmente mujeres, procedentes de las clases bajas, exhibían sus productos como las maravillas del futuro, desde electrodomésticos hasta productos de belleza. Curiosamente, el materialismo de aquella sociedad eclipsaba otros cambios de mayor trascendencia  en décadas posteriores y que tendrían, precisamente, a esas mismas mujeres como protagonistas de la revolución femenina que luchaba por la equiparación del sueldo o la obtención del voto, como Olive Westcott.

Sin embargo, su historia había permanecido en el anonimato hasta que Amanda Rosenbloom encuentra el diario de la joven entre las pertenencias de un viejo baúl, concediéndole una segunda oportunidad. Desde ese instante, la protagonista y el lector realizan una lectura conjunta de las vivencias de Olivia, aprendiendo a superar las constantes  adversidades de una sociedad patriarcal.

Curiosamente, la autora nos demuestra que, a pesar de la distancia insalvable entre ambas mujeres, coinciden en múltiples aspectos. Es posible que la apariencia de la ciudad haya cambiado, pero los cimientos sobre los que se construyó permanecen bajo las modernas construcciones de acero y cristal, pues un simple paseo por sus barrios más característicos nos ofrece la oportunidad de revivirlo, tal y como le ocurre a Amanda.

«La tienda vintage de Astor Place» alecciona al lector sobre la importancia de conservar nuestro patrimonio personal, no exclusivamente aquellos objetos que narran por nosotros la historia desconocida para la mayoría, sino las lecciones de cada experiencia conservadas en cada uno de los hilos vitales que la componen. No obstante, Stephanie Lehmann también  nos alude la importancia de  no depender ni justificarse  en el pasado, sino aprender qué debemos conservar y qué desechar.

Si bien, la autora acaba por ofrecernos un catálogo de prendas existente en cualquier librería al centrar la mayoría de su colección en temáticas recurrentes del género. Es frecuente que las novelas chick lit generalizan la imagen de una mujer poco acorde con la realidad, excepto  «El diario de Brittney Jones» (Helen Fielding), porque las protagonistas centran sus preocupaciones en el sexo, el matrimonio o la maternidad. Un concepto machista dentro de un género supuestamente feminista, pues Amanda Rosenbloom limita su relato al affaire con un hombre casado, las constantes rupturas y reconciliaciones, la búsqueda de otro hombre capaz de comprometerse o su obsesión por ser madre, incluso recurriendo a la fecundación in vitro.

De esta forma, la moda vintage queda relegada al fondo del armario argumental mientras se suceden los capítulos en los que presenciamos las constantes vacilaciones del personaje, conflictos más propios de una adolescente que de una mujer adulta. Es más, Olivia Westcott acaba demostrando una mayor iniciativa que su homóloga del siglo XXI, demostrándonos la superficialidad del concepto «literatura para mujeres».

Precisamente, la personalidad de Olivia es otra de las grandes incoherencias de la novela, pues exhibe una forma de expresarse y actuar poco acorde con la época. Es posible que la autora intentase dotar a la novela de un tono coloquial empleando expresiones como «Eres la monda, papá» o «Me importa un comino», una decisión comprensible tratándose de un diario. Además, es cierto que ambas datan de la época del Imperio Romano y la Francia de principios del siglo XX respectivamente; pero otras («El crac la dejó tiesa») resultan más imprecisas en el tiempo y, en consecuencia, afectan a la coherencia del personaje. Una modernización de la epístola innecesaria y poco acorde con la ambientación.

A pesar de que  «La tienda vintage de Astor Place» promete hacernos revivir las sensaciones de épocas anteriores, la ilusión se desvanece al leerlo frente a un espejo con ojo crítico. Es cierto que algunos detalles de la narración nos hacen detenernos frente al escaparate con curiosidad, e incluso admiración. Sin embargo, pocas de nosotras acabaremos pasando por la caja sabiendo que hemos realizado una buena compra.

LO MEJOR: Las referencias a la moda vintage. La reflexión de Stephanie Lehmann sobre la importancia de no depender ni justificarse en el pasado, sino aprender qué debemos conservar y qué desechar. El contraste entre la ciudad de Nueva York a principios del S. XX y el actual a través de los paseos de Amanda Rosenbloom.

LO PEOR: El faso feminismo de las novelas chick lit. Las incoherencias en el personaje de Olivia respecto al contexto en el que se desarrolla su historia. Las escasas referencias a la moda vintage.

Sobre la autora: La tienda vintage de Astor Place es la quinta novela de Stephanie Lehmann, que nació en San Francisco y estudió filología inglesa en las universidades de Berkeley y Nueva York. Con tan solo doce años descubrió su pasión por la escritura y se empeñó en publicar en la revista American Girl. Pese que en aquel momento no lo logró, años más tarde se convirtió en una famosa escritora. Esta novela se ha publicado en media docena de países. Actualmente reside en Nueva York.

Hace cuarenta años, una familia desapareció sin dejar rastro. Y ahora, otra familia está amenazada.
Camilla Läckberg, la autora europea más leída con 12 millones de ejemplares vendidos, regresa al panorama literario actual con su nueva novela, La mirada de los ángeles.

Nuevamente, el pasado posee una importancia crucial en el contexto de la historia, desvelando al lector varios episodios de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el título de la novela alude a las «parteras de ángeles», aquellas mujeres que en el pasado se encargaban de practicar abortos ilegales y de encontrar hogares para niños abandonados. Además -por primera vez- Camilla introduce una parte de la biografía de Hermann Göring, un destacado político y militar alemán que fue una figura prominente del Partido Nazi, mezclando la realidad con los personajes ficticios. 

Una nueva novela que nos ofrece una perspectiva diferente -y cercana- sobre el capítulo más oscuro de nuestra historia reciente.



Sinopsis: Tras la muerte accidental de su hijo pequeño, Ebba y Mårten se trasladan a la isla de Valö para rehacer su vida. Ahí, se instalan en una granja enla que vivió la familia de Ebba hace muchos años. Pero la tragedia los sigue acechando, y un incendio, a todas luces provocado, saca a relucir la historia siniestra que pesa sobre la granja. Hace treinta años toda la familia de Ebba desapareció sin dejar rastro. Solo se salvó ella, entonces un bebé de un año, a quien encontraron sola en la casa. Desde ese momento, recibe una misteriosa felicitación el día de su cumpleaños, firmada con una simple G.

Patrik abre una investigación, y Erica, siempre en busca de material narrativo, empieza a tirar del hilo de la historia de la granja por su cuenta. Un acto impulsivo de Anna, la hermana de Erica, aún afectada por la pérdida del bebé que esperaba, revelará la verdad de golpe.

Sobre la autora: Camilla Läckberg nació en  la pequeña localidad de Fjällbacka, donde se desarrollan sus novelas. Esla mejor representante de la novela negra escandinava y la autora más leída de Suecia. En cada nueva entrega de las aventuras de Erica y Patrik, la autora demuestra otra vez que sus logros, dos millones de ejemplares vendidos sólo en Suecia, derechos de sus libros cedidos a más de treinta países, adaptaciones cinematográficas y múltiples premios, se deben a un talento fuera de lo común y a una manera de narrar tan original como cautivadora.


Bajo el hielo espera su regreso

De las playas de Australia a las principales capitales financieras del mundo, entre la aventura y la tecnología, Greig Beck plasma toda su experiencia en los adictivos thrillers protagonizados por el capitán Alex Hunter. Proyecto Arcadia es la primera entrega, un thriller de ciencia ficción que nos sumerge en lo más profundo del continente Antártico y que trae a la superficie nuestros miedos más ancestrales: el frio, la oscuridad y los monstruos.

Sinopsis: Cuando en el transcurso de una terrible tormenta un avión se estrella en la Antártida, dejando expuesta una enorme cueva subglacial, un equipo de investigación y rescate es enviado al lugar. Veinticuatro horas después, todo contacto con ellos se pierde.

El capitán Alex Hunter y su equipo de soldados de élite son enviados allí para averiguar qué ha ocurrido. En el interior de esas cavernas encuentran una sustancia no identificada, pero no hay ni rastro de posibles supervivientes. Extraños y primitivos jeroglíficos cubren sus paredes: códigos secretos, la llave para desenterrar una antigua civilización… Se ha liberado un arcano mal; los miembros de la expedición caen uno a uno, y ni siquiera Alex Hunter, nombre en clave Arcadia, puede evitarlo.


«Tiene la imaginación de Julio Verne, la fuerza de Michael Crichton y el talento para la tensión psicológica de Stephen King. ¿El resultado? ¡Un viaje inolvidable!». Dean Williams, BookBlog UK

«Esta novela da exactamente lo que promete: aventura, acción, terror y entretenimiento de alto voltaje. Me ha recordado al mejor Stephen King». Amazon

«Un thriller tecnomilitar en la línea de James Rollins, aunque con un toque de H. P. Lovecraft. Con un supersoldado, su acérrimo enemigo, un grupo de científicos y un mundo subterráneo, Greig Beck consigue una novela de acción de altísimo voltaje». Goodreads

«Qué pasaría si hubiese existido una antigua civilización bajo la Antártida? ¿Y si la cosa que la destruyó siguiese ahí, miles de años después?… ¡No te pierdas este terrorífico thriller!». Amazon


Sobre el autor: Greig Beck nació en Sídney, Australia. Pasó su infancia practicando surf y leyendo las obras de ciencia ficción de sus autores favoritos, Edgar Rice Burroughs, H. G. Wells y Pierre Boulle.

Estudió informática, cursó un MBA y empezó a hacerse un nombre en la industria internacional del software financiero. Tras varios años de viajes y aprendizaje, Beck decidió recuperar su antigua pasión por la literatura. En 2009 empezó una serie de thrillers de alto componente tecnológico protagonizados por el capitán Alex Hunter, un hombre de increíbles habilidades, ya que el autor tiene la convicción de que los tiempos extraordinarios necesitan de héroes extraordinarios. Las aventuras de Hunter ya han seducido a millones de lectores en todo el mundo.


Sinopsis: En 1922, la arrebatadora y precoz Louise Brooks, de tan solo quince años, y su acompañante, Cora Carlisle, una mujer casada muy tradicional, viajan juntas desde Witchita, Kansas, a Nueva York, la nueva metrópolis de moda. Cada una tiene sus propios motivos para hacer ese viaje: la rebelde Louise se ha inscrito en la academia de danza vanguardista Denishawn, porque sueña con llegar a ser una famosa bailarina. Una ilusión que cumplirá de largo, convirtiéndose en una conocida actriz del cine mudo y en la mujer más deseada del Hollywood de la época. Por su parte, Cora no solo busca escapar de la monotonía de su vida, sino que quiere cumplir un deseo que lleva años postergando: encontrar sus orígenes, ya que nunca ha conocido a sus padres. Obligadas a pasar juntas un verano en la fascinante y caleidoscópica ciudad de Nueva York, estas dos mujeres aprenderán a entenderse y descubrirán que la vida les tienere servadas muchas sorpresas.

Crítica: Los felices años 20 representan una de las décadas más convulsas de la historia contemporánea estadounidense. La expansión económica de la época posibilitó la democratización del consumo a través de factores como la producción en serie, el pago aplazado o el crédito, posibilitando el acceso a productos y servicios que, previamente, estaban limitados a las clases altas. Además, y con objeto de satisfacer la creciente demanda, se introdujeron nuevas formas de ocio orientadas a las masas (cine, teatro, cabarets, etc.) que impulsó la industria de Hollywood. Una época dorada personificada por sus artistas gracias al Star System que basaba la producción de las películas en referencia a la popularidad de actores y actrices como Charles Chaplin, Buster Keaton, Gloria Swanson, John Gilbert, Rodolfo Valentino o Louise Brooks.

Precisamente, aquella joven de peinado bob representaba un auténtico paradigma de modernidad con su peculiar estilo, así como una personalidad atípica para la época. Es posible que la mayoría de mujeres de aquella década se sintieran liberales exhibiendo las rodillas, negándose a vestir con corsé o luciendo maquillaje a plena luz del día. Sin embargo, Louise Brooks destacaba entre sus congéneres por su carácter indómito que rechazaba la hipocresía social respecto a tabúes como el sexo. De hecho, abandonó Hollywood para trasladarse a Europa, donde protagonizó  varias películas del director expresionista alemán Georg Wilhelm Pabst,  quien la seleccionó para interpretar a Lulú en «La caja de Pandora», todavía considerada una de las obras maestras del cine mudo y, además, una de las primeras cintas que mostraba una relación entre lesbianas.
No obstante, toda leyenda tiene un origen. A pesar de que Louise Brooks demostró desde una temprana edad  una gran ambición y talento, necesitaba una oportunidad que le permitiese darse a conocer en el competitivo gremio de los artistas. La compañía de danza moderna de Ted Shaw se la proporcionaría invitándola a participar en un curso intensivo de verano para cumplir su sueño de ser bailarina. Sin embargo, Louise solo tenía quince años cuando se trasladó desde Wichika (Kansas) hasta Nueva York. Por esta razón, sus padres decidieron que la acompañase durante su viaje y estancia una vecina de la ciudad, Cora Carlisle, quien nos narra el cambio que supuso para ambas mujeres aquel verano.
Al igual que Nick Carraway («El Gran Gatbsy», F. Scott Fitzgerald), nos describe la decadencia del «sueño americano» en los años 20 ante el fausto despliegue de Nueva York. Laura Moriarty nos obsequia con un personaje de sólidas convicciones morales que viaja hasta la gran metrópoli buscando respuestas sobre su pasado. De hecho, ella es la auténtica protagonista de la novela y no exclusivamente la voz narrativa, mientras que Louise Brooks proporciona a la autora una base real sobre la que fundamentar su prosa a fin de transmitir importantes reflexiones sobre la necesidad del cambio y las repercusiones en nuestras vidas.
«Una acompañante en Nueva York» es una novela histórica que reconstruye con asombrosa exactitud el contexto en el que se desarrolla la historia. Paradójicamente, la decisión de la autora de narrárnosla a través de Cora Carlisle y no de Louise Brooks demuestra ser muy acertada, porque Laura Moriarty no busca un complemento a la biografía «Lulú en Hollywood»  escrito por la propia actriz, sino una novela por completo independiente que nos permitiese comprender mejor los conflictos de aquellos años, en especial para las mujeres. La obtención de derechos fundamentales  en décadas anteriores, como el voto femenino, se convirtieron en importantes avances hacia la igualdad, pero también se convirtieron en un retroceso significativo en lo que respecta a los valores por los que se regirían las futuras generaciones.

«-Te lo digo en serio, Cora. A esta nueva generación le pasa algo. No les interesa ninguna de las cosas importants. Cuando nosotras éramos jóvenes, deseábamos votar. Queríamos la reforma social. Hoy en día las chicas solo quieren… pasearse por ahí prácticamente desnudas para que las contemplen. Es como si no tuvieran ninguna otra vocación.»

El contraste entre ambas mujeres se convierte en uno de los detalles más atractivos de la novela, pues nos permite la dualidad de 1920. Por ejemplo, la prosperidad económica conllevó  un incremento de la inmigración y, a pesar de que Estados Unidos se promovía como un país de riqueza y oportunidades,  los extranjeros no disfrutaron de los mismos privilegios que el resto de ciudadanos. De igual modo, la prohibición de vender alcohol  comportó  el auge de la mafia, el aumento de la violencia en las calles, la inseguridad ciudadana, la corrupción política o de  los problemas de salud derivados del consumo de bebidas procedentes de destilerías ilegales.  Con todo, Laura Moriarty se centra especialmente en la progresiva individualidad de las mujeres que rechazaban las constricciones del pasado.
No obstante, pronto comprendemos que aquella supuesta libertad es, en realidad, una frágil apariencia basada en insignificancias.
«Sin embargo, mirando alrededor en ese momento, vio que muchas de las mujeres presentes, sino la mayoría, se habían aplicado sin miramientos sombra y delineador en los ojos, y carmín y brillo en los labios. Más de una llevaba la falda justo por encima de las rodillas. (…) Nada de eso habría sido concebible cuando Cora tenía la edad de Lousie. Tal vez Lousie estuviera en lo cierto. Quizás las viejas pautas empezaban a cambiar. (…) Quizás se estaba quedando desfasada, tan provinciana y anticuada en su pensamiento como su indumentaria. Acaso era como las viejas que reprochaban a las mujeres de su generación un comportamiento anormal por molestar a los legisladores y pedir a desconocidos en la calle que firmaran peticiones para intentar conseguir el voto. Pero Cora no se podía creer que todos los valores fueran realmente tan efímeros. ¿Y hasta dónde podían llegar esas nuevas modas? ¿Dónde terminarían? ¿Se esperaría que las mujeres, al cabo de pocos años, se pasearan con los muslos y la cintura al aire, y serían tildadas de puritanas si no lo hacían? (…)».
Por esta razón  Cora Carlisle debe aceptar el progreso, pero sin renunciar a su identidad para convertirse en aquellos que los demás esperan de ella, tal y como le ocurrió a Lousie Brooks. De esta forma, la autora nos transmite una reflexión fundamental. Es cierto que nuestro pasado nos determina y, aunque no podemos ignorarlo, resulta necesario discernir que dominio le permitimos ejercer sobre nuestro presente.
 «Una acompañante en Nueva York» proporciona una importante lección al lector sobre la búsqueda de la  identidad y, en especial, de la felicidad a través de dos personajes (uno ficticio y otro real) venciendo los prejuicios vigentes de varias generaciones que, en realidad, comparten más semejanzas que diferencias.
« (…) Esos pueden ser los efectos del trato con jóvenes, es la gran recompensa a tanto dolor. Los jóvenes pueden exasperar, claro está, y asustar, y mostrarse condescendientes, e insultar y cortarte con sus aristas todavía sin pulir. Pero también pueden arrastrarte, mientras protestas y regañas e intentas apartarte, hasta la mismísima ventaba del futuro, e incluso empujarte por ella.»
Si bien, aunque la autora consigue mantener un ritmo adecuado durante la mayor parte de la novela, observamos una modificación durante los últimos capítulos que afecta a la narración. Previamente, el relato se centraba en un período concreto en el tiempo (un mes), Laura Moriarty concluye la historia abarcando décadas completas de la vida de Cora, impidiéndole profundizar en los acontecimientos descritos. Al principio el cambio apenas es apreciable, pero, poco a poco, comprobamos que los párrafos son cada vez más breves, mientras que los sucesos mencionados poseen una gran trascendencia durante la última etapa de la protagonista. En consecuencia, el tono también varía para adaptarse al nuevo ritmo, volviéndose más dulcificado, los conflictos se resuelven con gran facilidad gracias a la tolerancia adquirida por la protagonista a través de sus experiencias en Nueva York. No obstante, el cambio en la personalidad respecto a algunas cuestiones resulta desconcertante, e incluso demasiado avanzado  a su época. Es cierto que Louise Brooks representó  un paradigma de la modernidad, pero debemos considerar sus circunstancias personales, así como su juventud para comprender su espíritu impetuoso. No obstante, resulta incoherente en el personaje de Cora precisamente por los detalles mencionados.
A pesar de ello, «Una acompañante en Nueva York» es una novela histórica que rinde un auténtico tributo a la época jazz de la historia contemporánea estadounidense a través de una magnífica reconstrucción del estilo de vida de aquella convulsa época. Laura Moriarty utiliza el pasado como fuente de inspiración, pero también como instrumento para transmitir un importante mensaje a los lectores a través de dos mujeres diametrales que, en realidad, buscaban lo mismo en su viaje a Nueva York: descubrir quiénes eran en un mundo de constantes cambios. Es posible que Louise Brooks hubiese agradecido en su vida real una acompañante como Cora Carlisle, porque nos encontramos ante una notable excepción en la que la ficción supera la realidad. Si bien, siempre nos quedaran sus películas y, por supuesto, esta novela.

LO MEJOR: La recreación del contexto. El contraste entre los personajes de Cora Carlisle y Lousie Brooks que refleja la dualidad de la época. La paradoja que demuestra la libertad femenina como nuevas formas de conservadurismo. El mensaje reflexivo de la novela sobre la importancia del pasado y la búsqueda de identidad.

LO PEOR: La modificación del ritmo narrativo y el tono de la novela durante los últimos capítulos.

Sobre la autora: Laura Moriarty estudió escritura creativa, asignatura que en la actualidad imparte en la Universidad de Kansas, y está licenciada en trabajo social. Sus no­velas anteriores The Center of Everything, The Rest of Her Life y While I'm Falling, han recibido excelentes críticas de los lectores y la crítica, y se han publicado en varios países. Una acompañante en Nueva York se ha traducido a más de diez idiomas.


El cambio de estación invita a disfrutar del buen tiempo leyendo un libro al aire libre y, al igual que la primera, en TB florecen las novedades literarias en su catálogo.

En primer lugar, la segunda novela del director de cine y escritor, Elio Quiroga, titulado Los códices del Apocalipsis. Un thriller con toques fantásticos que combina la novela negra,la fantasía histórica, la conspiranoia, el thriller y el Apocalipsis al estilo de Tim Powers, Michael Crichton o Dan Brown. Trepidante de principio a fin.

 
En segundo lugar Las legiones de Satán. Asesinos en serie en tierras del Islam, del criminólogo David Garriga. Un ensayo, combinado con relatos que ficcionan los casos que se tratan, desde el punto de vista de un criminólogo que analiza 5 casos de asesinos en serie fuera de los tópicos del serial killer made in USA. Un libro que pone los pelos de punta y que conjuga de manera inteligente el libro riguroso de criminología, con todo lujo de detalles, con un estilo divulgativo con afán de llegar a todos los lectores.

Y para finalizar la tercera entrega de la colección Monsters Unleashed, escrita por Luis Guallar (El puente del diablo), Cara de muerto. Una novela pulp que nos propone una visión desenfadada y violenta del monstruo de Frankenstein en el lejano Oeste que no podéis dejar escapar.

Además,  la segunda edición del ensayo cinematográfico Silencios de pánico. Historia del cine fantástico y de terror español. 1897-2010 de Diego López y David Pizarro. Una versión ampliada con una bibliografía completa, un índice onomástico de películas y nuevas fotos.